?Hola Sarah, mi amor:
Hoy te quiero contar un poquito más sobre tu ascendencia paterna. En esta ocasión, te hablaré sobre la fascinante historia de la familia Heres, cuyo nombre llevas como primer apellido.
Gracias a la tradición de "contar las historias de la familia" de forma oral (y no escribirlas), los detalles más pequeños como fechas, nombres y lugares pueden a veces difuminarse o incluso traer consigo un toque de ficción. Sin embargo, estas historias no dejan de ser verdaderas en espíritu.
No es mucho lo que logré investigar sobre nuestros antepasados, pero estoy seguro de que te gustará leerlo tanto como a mí me gustó descubrirlo la primera vez. La mayor parte de lo que sé sobre cómo llegaron los Heres a América (y a Panamá en particular) proviene de un texto escrito por un descendiente de Elías Shabot, quien fue nieto del mejor amigo de tu tatarabuelo Isaac Heres (sí, lleva el mismo nombre que tu abuelito, mi papá).
Así que, sin más preámbulos, aquí comienza la historia de los Heres.
El inicio: Alepo, Siria
Allá por el año 1885, el pueblo de Alepo, en Siria, era un lugar con una vibrante comunidad judía. Esta comunidad había llegado allí desde el siglo X, y más tarde, tras la expulsión de los judíos de España en el siglo XV, otros grupos se establecieron en la región. Con el tiempo, hicieron de esta ciudad, llamada "Halab" en hebreo, arameo y árabe (un nombre relacionado con la leche, ya que según la leyenda, Abraham ordeñó a su ganado allí camino a Canaán), su hogar.
En ese entonces, toda la región estaba bajo el dominio del Imperio Otomano. Vivir bajo su yugo implicaba una vida de malabarismos y diplomacia para poder prosperar como ciudadanos de segunda clase. Los judíos no tenían pasaporte ni muchos de los derechos que otros ciudadanos otomanos disfrutaban, pero aun así, lograban encontrar maneras de salir adelante.
Aunque los otomanos eran relativamente tolerantes con las prácticas religiosas judías, las tensiones nunca estaban lejos. Si surgía algún problema, la comunidad judía designaba un representante para dialogar con las autoridades turcas.
Todo parecía mantener cierta estabilidad... hasta que una epidemia de cólera azotó Alepo.
La epidemia y el sacrificio de Moisés Shabot
Con la epidemia de cólera, los otomanos comenzaron a imponer cuarentenas estrictas y restricciones de movilidad para evitar la propagación de la enfermedad. Fue en este contexto que entra en escena Moisés Shabot, quien, junto con su esposa, había contraído el cólera. Su mayor preocupación era salvar a sus hijos del contagio.
Moisés estaba casado con una de las hijas de Dina Heres, una mujer fuerte y resiliente que ya había perdido a su esposo, Isaac Heres (tu trasbisabuelo, abuelo de tu bisabuelo), a su hijo Abraham (tu tatarabuelo) y a su nuera Sara Michanie. Estas pérdidas dejaron a Dina a cargo de su nieto de 9 años, Isaac Heres Michanie (tu tatarabuelo).
Dina, quien parecía haber desarrollado inmunidad al cólera, era el único refugio para la familia. Moisés, consciente de que él y su esposa no sobrevivirían mucho tiempo, llevó a sus hijos a casa de Dina y le suplicó:
"Llévalos a Jerusalén... ponlos a salvo... te lo ruego."
Días después, Moisés y su esposa fallecieron, dejando huérfanos a sus cinco hijos.
La travesía hacia Jerusalén
Dina sabía lo que debía hacer: sacar a sus nietos de Alepo antes de que enfermaran. Vendió todo lo que le quedaba, compró tres burros y seis cestas grandes, y escondió a los niños dentro de las cestas, dos por burro. Así comenzó un arduo viaje de un mes hacia Jerusalén.
Durante el trayecto, Dina tuvo que enfrentarse a innumerables desafíos: negociaciones con soldados otomanos para evitar ser detenida, noches peligrosas en campamentos improvisados y enfrentamientos con maleantes. En una ocasión, tres hombres intentaron robarles y amenazaron con llevarse a una de las niñas. Fue entonces cuando Elías (el nieto mayor) y Isaac (tu tatarabuelo) untaron jabón en sus bocas y fingieron estar gravemente enfermos. Este acto de ingenio, combinado con la astucia de Dina, logró ahuyentar a los atacantes.
Sin embargo, los ladrones les quitaron todo el dinero que Dina llevaba consigo, lo que los dejó en una situación desesperada. Elías, impactado por la experiencia, consiguió un trabajo temporal en el siguiente pueblo para comprar un cuchillo, decidido a proteger a su familia en el futuro.
Llegando a Jerusalén
Finalmente, después de casi 30 días de penurias, Dina y sus nietos llegaron a Jerusalén. Allí encontraron a Isaac Zafrani, esposo de la hija de Dina, Esther Heres. Isaac Zafrani tenía un modesto puesto de kibbes (empanadas fritas con carne molida), que apenas daba para alimentar a su familia, y ahora debía hacerse cargo de seis personas más.
Mientras tanto, Elías Shabot, quien había llegado con Dina, comenzó a estudiar la Torá y entabló una estrecha amistad con su primo Isaac Heres (tu tatarabuelo) y dos nuevos amigos, Elías Zakay y David Yohros.
El sueño de América
La situación en Jerusalén era crítica, y el continente americano comenzaba a ser visto como una tierra de oportunidades. Se hablaba de Panamá, donde Estados Unidos y Colombia negociaban la continuación de las obras del Canal. Elías Shabot, junto a Isaac Heres y sus amigos, soñaban con viajar a Panamá en busca de una vida mejor.
Este sueño los llevó primero a Argentina, luego a Chile, y más tarde a Perú, donde incluso quedaron varados tras ser descubiertos como polizontes en un barco.
Aquí termina la primera parte. Toda esta historia proviene de un texto escrito por un descendiente de Elías Shabot. Si deseas leer la historia completa, aquí te dejo el documento: